Mi nombre es Sandra, y tengo 29 años. Empecé la terapia con María después de haber probado con varios psicólogos en diferentes momentos de mi vida y tras haber sufrido, lo que para mí fue, un larguísimo periodo de mucha ansiedad. Hasta el momento había trabajado varios métodos y con ninguno había conseguido un gran progreso ni me había sentido cómoda. En mi opinión, la terapia tiene un momento, un lugar y sobre todo una persona. No es magia, ni es fácil y hay que trabajarlo. Pero cuando encontré lo que encajaba conmigo me cambió la vida, en todos sus aspectos. Mi ansiedad venía producida por una serie de vivencias, aprendizajes y situaciones que afectaban a gran parte de mi día a día, de las que no fui consciente hasta que poco a poco me daba cuenta de los cambios que se iban produciendo en mi. Si se nos pudiese mostrar todo lo que vamos a aprender desde un principio, nadie dudaría un segundo en empezar, sin embargo esto es imposible porque cada persona es un mundo. Hasta el momento he estado trabajando con María desde hace aproximadamente dos años y seguiré todo el tiempo que me sea posible. En mi caso, han mejorado mis relaciones con familiares, amigos, compañeros, jefes y lo más importante, conmigo misma, la forma de afrontar las cosas y de comprender cómo y porqué las afrontan las demás. Me ha hecho encontrar la felicidad donde antes encontraba tristeza, miedo e ira. María es una grandísima profesional; intuitiva, empática, inteligente,humilde ,cercana, cualidades que no vienen de la mano de lo estudiado sino de la persona y es sin duda lo que fue fundamental para el proceso. Fue una suerte encontrar a alguien como ella y por lo cual estaré siempre agradecida.

María me recibió en uno de los periodos más oscuros que he tenido nunca... y a día de hoy, siento que la recuperación es total. No me considero la misma persona que hace 3 años. Tuve la suerte de dar con ella mediante mi seguro de salud, sin recomendaciones... y ahora soy yo el que ya la he recomendado a 3 amigos que están también encantados con ella. He estado con diferentes psicólogos y María tiene varias virtudes que no me había encontrado antes: No esperes que sus sesiones sean un placentero masaje emocional… te va a ayudar a sanar, a encontrar tu camino y lo hará desde el tacto y la comprensión, pero con argumentos serios y directos que te harán despertar. El método EMDR fue un absoluto descubrimiento, descubrí situaciones en mi pasado que me estaban condicionando en mi presente ¡sin ni siquiera recordar que me habían ocurrido! Es más…en algún caso estaba focalizando mis reacciones sobre esa situación sobre la persona equivocada… Durante los primeros meses, la terapia, sin ser desagradable tampoco es que fuese un disfrute…me removía mucho por dentro, pero era absolutamente necesario porque esa horita en consulta no es más que el principio…el resto de la semana todo eso se va colocando y te plantas en la siguiente sesión con ganas porque sientes que algo está cambiando… María no te va a decir lo que quieres oír, sino lo que necesitas para mejorar en tu situación a través de mejorar tu propio yo, y eso no se consigue con lo que traemos aprendido de casa... María, GRACIAS por tanto.

En principio solicité terapia porque estaba viviendo una situación muy estresante al asumir el rol de motor de la familia con dos crías pequeñas y un marido desempleado y hundido anímicamente. Tirando del hilo, salió a la luz el conflicto que siempre había tenido con mi padre y que en un momento me hizo romper la relación con él arrastrando una profunda culpabilidad. En terapia con María aprendí a perdonarme, a querer a esa niña que siempre buscaba la aceptación aunque ello supusiera llevarme al límite de mis posibilidades. También vi que ese rol se repetía una y otra vez con personas tenía una posición de poder y que no era capaz de frenar... A día de hoy no he solucionado el conflicto con mi padre porque he aceptado que no quiero un acercamiento con él, que es una persona que me hiere y que no debo sentirme culpable por ello. Poco a poco he hecho que se me respete como persona en el ámbito laboral, independiente del puesto jerárquico que tengan. En casa, he dejado de ser una esponja con los problemas familiares y me mimo todo lo que puedo, manteniendo siempre el apoyo y cariño hacia mi pareja. Han pasado cuatro años y a veces siento que vuelve esa niña vulnerable, que no ve salida pero la observó con cariño y trato de volver a ser la mujer que controla su destino. La terapia duró aproximadamente 6 meses y puedo decir que cambió la percepción de mis circunstancias y la forma de enfrentarme a ellas. No sólo recomendaría a María sino que no descarto volver a contar con ella, si en algún momento siento que la vida me vuelve a asfixiar. Gracias María eres para mí una gran inspiración como profesional!!!

Tengo 58 años y a los 19 sufrí mi primera depresión profunda. He padecido por años la ansiedad generalizada y los ataques de pánico. Conocer a María y con ella la terapia EMDR ha sido para mi, algo por lo que siempre daré gracias a Dios. Fue, como empezar a quitar las capas de la cebolla, en la que había envuelto mi vida. Comenzar a abrir una a una, las puertas blindadas de mi alma, donde a nadie había dejado entrar y que impedían ver el fondo de lo que yo era interiormente: “Un niño necesitado de afecto que estaba buscando, muchas veces de forma equivocada, como suplir mis carencias”. El proceso de terapia ha consistido en la revisión según mis propios recuerdos me iban guiando, de las situaciones del pasado, que todavía me afectaban y me producían dolor. El resultado ha sido que se han ido deshaciendo esos nudos emocionales, de forma que su recuerdo ya no me afecta y la recompensa, el poder descargar la mochila de experiencias negativas que me impedían ser la persona que podía llegar a ser. Pero esto, no lo habría conseguido sin, una terapia sorprendente como el EMDR por un lado, y sin alguien como María por otro. Porque, durante la terapia EMDR, María me ha acompañado en mi visita al pasado prestándome sus ojos. Prestándome su forma equilibrada de ver las situaciones por las que pasé y en las que unas veces alguien, y en otras yo mismo, pudo o pude ser injusto o demasiado duro conmigo. En otros casos, fueron mis propios errores los responsables de sentirme avergonzado y de poco valor, pero gracias a que pude mirarme de otra forma, a través de los ojos “prestados” de María, pude reconciliarme con mi pasado, para aprender de él, en vez de para hundirme en él. Lo bueno de todo esto, es que la ayuda no se acaba cuando la terapia finaliza, sino que la forma de ver la vida, de ver a los demás y de verme a mi mismo, me acompaña para siempre. Sinceramente, María ha sido y es más que merecedora de mi total confianza. Yo que soy creyente, y creo que Dios usa a angeles en momentos de especial necesidad en nuestras vidas, estoy convencido de que María es uno de ellos por que María es mucho más que “Humana”. Como te dije una vez durante la terapia, te vuelvo a decir ahora: ¡¡¡ Gracias María por haber puesto una tirita gigante en mi alma !!!